Tenía yo 10 años cuando fui con mi hermano mayor a casa de un amigo que tenía una máquina increíble que le permitía entre otras cosas jugar juegos directamente en su televisión. Eso había que verlo, no me lo podía perder por nada del mundo. Así que allí que fuimos y nos encontramos con esto:
Un ZX Spectrum 48k. Este fue mi primer contacto con los videojuegos tal como los conocemos hoy en día, en casa desde el sillón, sin tener que visitar aquellos prohibidos pero atractivos salones recreativos o el bar de enfrente de casa donde jugábamos al Kung-Fu Master hasta gastarnos las monedas de 5 duros de turno. Y bien, a la vista un aparato muy bonito, muy agradable al tacto a la par que incómodo para escribir una gran parrafada por sus teclas de goma, pero muy chulo para un niño de 10 años que vivía en un pueblo. Y el primer juego que vimos en movimiento fue "Horacio Esquiador".
Suficiente para convencerme que esa máquina tenía que ser mía fuese como fuese. Así que mi hermano mayor y yo nos pusimos maños a la obra e hicimos toda la presión posible para que los reyes magos de ese año nos trajeran a casa aquel invento diábolico que tanto nos atraía, que se volvió nuestro máximo objeto de deseo, un ZX Spectrum. Y así fue, pero no creáis que nos trajeron cualquier Spectrum, no. Nos trajeron ni más ni menos que el mejor hasta la fecha el ZX Spectrum 128k. Casi ná.
Esta preciosidad venía acompañada de un casette para cargar los juegos y un televisor chiquito pero matón que llegó a echar humo. La verdad es que cada vez que lo veo me emociono. Y bien, ¿qué tal los juegos? Pues una pasada. Para empezar el paquete venía con el juego "Rambo". Clon descarado del "Commando", pero con un estilo propio y una dificultad propia de aquellos tiempos.
Un juegazo en toda regla. Después vinieron más, muchos más. No podremos olvidar jamás esos partidos al "Match Day", los "Cybernoid", "Back To School", "The Way Of The Tiger", los "Renegade", "Abadía Del Crimen", "Exolon", "Manic Miner", "Auf Wiedersehen Monty", "Rick Dangerous", "Saboteur", "Turbo Esprit" y un larguísimo etcétera.
La máquina funcionaba de una manera un tanto curiosa ahora, pero de lo más novedoso entonces. Los juegos cargaban desde un casette normal y corriente, conectado al Spectrum con un cable minijack mono, mediante una cinta que incluía por supuesto el juego y algunas veces bandas sonoras del propio juego de su versión de recreativa o creadas para la ocasión. El caso es que este sistema, ahora arcaico, era un poco desesperante ya que los juegos tardaban minutos en cargar, y a veces cuando estaban llegando al final de la carga se colgaban por las diversas incompatibilidades entre la máquina de 48k y la de 128k o bien porque la copia estaba defectuosa. Un fastidio después de estar esperando un cuarto de hora para que cargara el dichoso jueguecito...
Por cierto, los juegos había que cargarlos escribiendo a mano: Load "", sabor retro puro y duro. Lo que más destacaban en este ordenador eran las bandas sonoras de los juegos, ya que al ser el mayor de los ordenadores de Spectrum era capaz de reproducir melodías y efectos a la vez en el juego cosa que en los juegos con versión dedicada para 128k se notaba y mucho. Eran, la mayoría, melodías agradables, originales que todavía perduran en mi cabeza como las de los juegos "Target Renegade", "AMC", "Auf Wiedersehen Monty","Cybernoid"
Bueno sí la música muy chachi pero y ¿los gráficos qué? Pues la verdad es que no eran ninguna maravilla. Y más después de ver las conversiones de recreativas que ciertamente dejaban ver a las claras el escaso potencial de esta gran máquina a nivel gráfico. Aún así superando los primeros minutos de adaptación te metías tanto en el juego que importaba poco el aspecto visual, que en muchos casos era bastante flojo y en otros hacían un esfuerzo para poner en pantalla los máximos colores posibles con la mayor suavidad, y esto no era nada fácil en nuestro Spectrum. Muchos juegos eran monocromo, utilizando un color de base y sobreponiendo todos los Sprites en otro color opuesto.
Otros sin embargo ponían en liza todo su potencial, y eso aunque no lo veáis claro con estas imágenes de muestra, me hacía creer que tenía otra máquina distinta, más potente y con muchas más posibilidades.
En fin, que todo dependía de las ganas que le echaras al juego, y reconozco que en aquellos tiempos eran muchas y venían acompañadas de una ilusión enorme por descubrir un mundo de diversión que acababa de empezar como quien dice. Esta pasión por mi ZX Spectrum 128k duró unos 5 años aproximadamente porque pasado este tiempo aterrizó en nuestras manos otro aparato que nos hizo ver los videojuegos en casa desde otra perspectiva muy superior... pero eso será en otro capítulo de Meus Machina.
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